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Resiliencia ayuda a superar impacto de aislamiento, aseguran psicólogos villarrealinos

La doctora Elena Salcedo Angulo, decana de la Facultad de Psicología (FPs) de nuestra casa de estudios superiores y el magíster Gorqui Castillo Gómez, catedrático de la misma facultad, analizan la actual situación ante la pandemia mundial y su impacto psicológico en la población de nuestro país.

A continuación, los expertos villarrealinos brindan su análisis profesional sobre este tema.

Impactos emocionales en la población ante la pandemia del coronavirus

A nivel psicológico la pandemia está generando efectos en las personas; quienes empezaron a adquirir productos de manera abundante para estar prevenidos ante una posible escasez de alimentos. Por otro lado, tienen incertidumbre de cuándo terminará todo, cuándo volveremos a la normalidad. Todo esto, agregado a las noticias que llegan a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, está generando reacciones de pánico ante esta situación que no se esperaban y que afecta a quienes dependen de sí mismos porque sobreviven con el trabajo del día a día, eso los lleva a la desesperación en donde las personas tienen miedo de enfermarse y morir. Esta situación se complica porque el actual ministro de salud, luego de haber juramentado en el cargo, declaró que, finalmente, todos vamos a terminar siendo infectados por el Covid-19, por lo que es preciso que la población tome las suficientes precauciones para no infectarse, a la vez el ministro reclamó mejorar el sistema de salud para una mejor atención integral; a pesar que más tarde fue desmentido por especialistas en enfermedades infecciosas, ya quedó grabado en la población y sirvió para estar más alertas y preocupados.

Otra reacción psicológica que está teniendo la población es la desesperación por no saber lo que va a pasar, la consecuencia de esto son las crisis de angustia, llegando, algunos líderes de partidos políticos, a cuestionar las decisiones del presidente, el mismo que es presionado para que haya más pruebas diarias para descartar a las personas que están como sospechosas de haber adquirido el virus. A esto se suma el aislamiento social, al que la persona no estaba preparada porque tendrá que acostumbrarse a estar más tiempo dentro de su hogar, lo que se agrava si los ambientes de su hogar son muy limitados y no le permiten hacer los trabajos que desearía. Este escenario agrava el problema emocional cuando el peruano se entera, a través de profesionales altamente especializados y eruditos en el tema, que este enemigo, invisible, es difícil de derrotar a corto plazo y, más bien, podría demorar años en erradicarse, mucho más cuando se tiene conocimiento que para poner en el mercado una vacuna altamente efectiva el tiempo más corto será de dieciocho meses.

Otro tipo de reacción emocional que tiene la población es que las personas que no tienen trabajo estable, la mayoría, ante esta realidad, reaccionan con ansiedad, depresión, su tema de conversación es sobre la crisis, se incrementan los rumores; ante esto se sienten víctimas, se va acumulando energía emocional porque no tiene capacidad de respuesta; aparecen los problemas de fondo, que tenían guardados, los mismos que se pueden manifestar a través de la violencia -observamos que se mantiene porque continúan las denuncias-, a la falta de respeto a la autoridad, a las normas, se observa que las personas se ofuscan más rápido, no soportan hacer las colas que antes hacían, los comerciantes continúan acaparando los productos de primera necesidad para más tarde venderlos a un precio más elevado, la creatividad baja porque la persona está confundida, no sabe cómo terminará lo que está sucediendo. Todo esto le genera tensión que es una de las causas de estrés, el mismo que se puede manifestar de diferentes maneras como: irritabilidad, dolores de cabeza, deseos de comer más, no dormir bien, preocuparse por el futuro de manera excesiva.

Es así que la aparición de este enemigo invisible ha demostrado que no estamos preparados para enfrentarlo; la población sabe que cuando todos regresen a sus labores cotidianas las cosas ya no van a ser como antes, habrá que tener más cuidado en las relaciones con los demás, tendremos que tomar conciencia que cada uno de nosotros es responsable de nuestra salud, tendremos que cambiar todo nuestro estilo de vida, mejorar nuestras prácticas de convivencia, de alimentación, vamos a tener que tomar conciencia que lo peor no ha llegado todavía, valoraremos la unidad nacional.

Ante estas circunstancias es necesario plantear lo deberíamos hacer; al respecto, consideramos necesario desarrollar una conducta resiliente en todos los peruanos para ayudarlo a manejar la incertidumbre y el estrés que siempre acompaña a este tipo de cambios. La resiliencia, aplicada a situaciones como esta, es la capacidad de recuperarse ante momentos difíciles, en donde la persona se transforma favorablemente; para esto, primero debemos aceptar el problema para, a partir de ahí, recuperarnos rápidamente para seguir operando de una manera positiva ante los estímulos estresores. Es necesario motivar a las personas que ante las adversidades no se depriman, no se angustien ni tampoco se desesperen porque de lo que se trata es de mejorar, de esa manera haremos que las personas crezcan y a partir de esos momentos el ser humano será cada vez más productivo.

Para lograr esto es preciso formar personas resilientes en donde todos tengamos, en primer lugar, la suficiente actitud para actuar eficientemente, lo que se materializa con el optimismo, tener conciencia que podemos hacer muchas cosas manejando nuestros propios recursos. Ser resiliente significa ser optimista, tener una visión favorable hacia la vida, estar abierto al cambio, a hacer frente a la incertidumbre. En segundo lugar, es preciso forjarles una capacidad suficiente para cultivar destrezas actuando de manera adecuada, siempre resolviendo problemas y ayudando a hacerlo a los demás. En tercer lugar, es preciso manejar bien nuestros recursos psicológicos para superar los problemas; no olvidar que para lograrlo es preciso tener siempre contacto con otras personas -amigos, familiares, conocidos, formar grupos de ayuda para ser soporte entre todos- y así cuidarnos a nosotros mismos, así como a los demás. Finalmente, en cuarto lugar, orientarnos a la acción, para lo cual debemos tener conciencia de cuáles son las fortalezas que tenemos para alcanzar lo que nos proponemos.

Por lo tanto, en calidad de psicólogos, es preciso fortalecer a las personas, llenarlas de optimismo, darles deseos de superación diciéndoles que esto va a pasar, hacerles notar que de peores cosas nos hemos recuperado. Con esto vamos a evitar que se descontrolen, pero haciendo siempre campañas de concientización para empezar aceptando la realidad y a partir de ahí llegará la superación. No olvidemos generarles valores sociales de responsabilidad y de autocontrol. Esto se debe acompañar aconsejando mantener la cordura y la calma, seguir las recomendaciones que nos informan, como por ejemplo evitar salir. Indicarles que saliendo a las tiendas a comprar en exceso no está bien.

 

San Miguel, 5 de abril de 2020.

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